No creo que vaya a servir para gran cosa lo que estoy haciendo, o tal vez sí. No he escrito diarios personales nunca, porque prefiero dedicar mis escasos recursos al presente y al futuro -esto, cada vez menos-. El pasado sólo sirve para aprender mientras sucede, pero no conviene recrearse en él porque desaprovechas el presente y por tanto condicionas el futuro.

Sí, desaprovechar el tiempo me cabrea. Espero no sentir esa sensación cuando siga con esta aventura que empieza hoy.

Nunca he sido especialmente hábil trascribiendo mis pensamientos al papel, aunque espero que se me entienda.

Me considero una persona singular -como todos. Más de la cuenta, seguro- de origen mediterráneo, pero con la necesidad de ordenar mis pensamientos (cuadricular), menos impulsiva y más reflexiva, por tanto, de lo que el estereotipo marca.

En mi opinión, madurar es conocerse más a uno mismo en lo innato y establecer patrones de reacción ante situaciones habituales que te produzcan satisfacción. No siempre se acierta a la primera y se debe estar atento a las consecuencias y evaluarlas no sólo a corto plazo, sino a medio y largo.

Intentaré reflejar en estas líneas mi experiencia, además de opinar sobre los temas de actualidad. En definitiva, mi visión de la vida adquirida aplicándome a lo que es el título de esta bitácora: Vivir y pensar.

Otro día, más.

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